¿Por qué existe el arte? (II)
Actualmente se conoce con bastante precisión cómo funciona el proceso de la digestión,
e incluso por qué preferimos asimilar grasas antes que otras sustancias,
pero ello no ha hecho desaparecer nuestra afición por la gastronomía,
por elaborar recetas o por acudir a restaurantes.
Nos deleitamos con un plato bien cocinado sin cuestionarnos si nuestras papilas gustativas
sólo encuentran sabroso lo que es rentable a nivel metabólico. Incluso los conocimientos obtenidos sobre el tema han permitido
elaborar dietas hipocalóricas en un contexto donde los alimentos muy calóricos ya no escasean como antaño; es decir,
han hecho que la gente sea más responsable para con su alimentación y que no se deje llevar por el simple capricho,
como por ejemplo postulaba De la Mettrie, médico y autor del ensayo El hombre máquina (1748):
El ser humano debe gozar de los placeres carnales y disfrutar
de la repostería trufada hasta la saciedad
. De la Mettrie llevó a la práctica su teoría y no tardó
en fallecer por el empacho
Todo ello debería despejar cualquier recelo a la hora de escudriñar científicamente las
razones adaptativas que llevaron a Picasso a pintar como pintaba
(aunque él nunca lo sospechase).
Un conocimiento científico del arte no sólo no devaluará el arte sino que contribuirá a su desarrollo,
como ha sucedido con la gastronomía.
La ciencia no arranca la magia de las cosas,
sino que las dota de una magia más interesante,
compleja y enriquecedora.
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